En el Corán, Alá nos pide a las mujeres que nos tapemos…
Así empezaba, ayer, martes 10 de junio, un reportaje documental: Mujeres con pañuelo, (la 2 de TVE, Documentos TV) sobre un grupo de musulmanas (varias españolas de nacimiento) que, orgullosas, se cubren la cabeza y parte del rostro con el pañuelo, ‘El Hiyab’.
Sin extenderme demasiado (pienso «abrir» una «serie» al respecto -como hice con el tema ‘Expelled‘-) sobre el asunto sí quisiera hacer aquí algunas consideraciones acerca del mencionado programa y lo que en él se cuenta:
La primera, claramente off-topic, es que el documental estaba producido (o coproducido) por GloboMedia (Emilio Aragón, La Secta, etc.) y, francamente, no entiendo muy bien cómo ni por qué, teniendo TVE española medios, profesionales y deuda suficientes, tiene que encargar/pagar un documental a una productora «externa».
La segunda es, básicamente, una declaración de principios: todo el mundo, TODO EL MUNDO, tiene derecho a ejercer y practicar la religión que le parezca. La libertad religiosa es un derecho fundamental e inalienable, inherente a la condición humana. Y discutir sobre cuestiones de fe, máxime cuando se trata de la fe de otros, es, básicamente, un absurdo.
Tercera. Estas mujeres (Ahlam, Amal, Lamiae, Laila, Silvia, Nadia y Zainab) son coherentes y valientes. Defienden sus principios y su forma de entender algunas cosas, con argumentos, con los hechos y arrostrando el rechazo de otros. Se merecen por ello, se lo han ganado, el mayor de los respetos ante su elección. Me parecieron, además, preparadas y encantadoras.
Cuarta. Es muy propio de occidente en general, de las democracias occidentales y de la progresía dominante en particular, decirle a los demás qué es lo correcto, cómo deben comportarse, qué deben creer, qué es democrático y progresista y qué no, etc. Y ellas, desde sus creencias, al menos sobre la cuestión del pañuelo, se resisten. Las apoyo.
Quinta. Creo que cualquier mujer que decida, libremente, llevar el velo debe poder hacerlo. En cualquier sitio y circunstancia. Igualmente, defiendo el derecho de los padres musulmanes a decidir si sus hijas, menores, deben o no llevarlo.
Sexta. Las mujeres que aparecen en el documental dicen, varias de ellas, y varias veces a lo largo del mismo, que en occidente se suele identificar la libertad (de las mujeres) con desprenderse de ropa. Y ellas consideran que eso no es libertad y que, en cualquier caso, como mínimo, debe considerarse igualmente libre a la mujer que decide taparse. Estoy totalmente de acuerdo.
Podría hacer bastantes más reflexiones (como he dicho las iré haciendo) pero creo que, respecto del programa y por ahora, éstas reflejan suficientemente mi posición sobre el tema.
Sin embargo, debo apuntar aquí que, a diferencia de la visión dulce y suave que las protagonistas del programa ofrecen del Islam, de su tolerancia, la realidad (no entro en la doctrina, ni en el Corán, ni en aserciones de orden teológico) es muy otra.
La práctica del islam, especialmente claro en los países de mayoría musulmana, es generalmente excluyente (de otras religiones o prácticas) hostil a modos y costumbres no islámiscos, y fundamentalista.
En el documental se ve a una de las jóvenes, estudiante de periodismo, asistir, en las gradas, a un partido de fútbol. Es, además, «forofa» porque lleva una bufanda -creo que del Rayo Vallecano-. Eso, en la mayoría de los países musulmanes sería absolutamente impensable. Las mujeres, sencillamente, no van al fútbol. Ni a muchos otros espectáculos públicos. No pueden. No las dejan. No sé si no las dejan las autoridades civiles, las religiosas (en los países musulmanes la frontera entre unas y otras o no existe o es muy difusa), el Corán, o sus familias… pero no van.
En el documental se las ve asistir a clase (universidad), estar en bares y cafeterías, moverse solas, hablar con hombres que no son de su familia… Eso, en muchos de los países musulmanes sería absolutamente impensable.
En el documental ellas, que son amigas en torno a la mezquita de la M-30 en Madrid, viajan «en peregrinación» a Granada. A la Alhambra y a la mezquita del Albaycín; y, en el trayecto rezan públicamente mirando hacia La Meca. Eso, en muchos de los países musulmanes, para un cristiano, sería absolutamente impensable, entre otras cosas porque las Iglesias y la práctica pública (y a veces privada) de otros cultos, ESTÁN, generalmente, PROHIBIDAS y PERSEGUIDAS.
Y eso porque el Islam es, casi por definición, intolerante y, ya lo he dicho, hostil a la gente del Libro.
Algunos, solo algunos, ejemplos:
addenda 12-06-08: Referencias del periódico ‘El País’:
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Nos vemos.
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